Superficialidad, la nueva mascara de la era contemporánea

Por: Noelia abad y cindy Martínez

El reloj marca las cuatro de la tarde, poco a poco el sol se va ocultando y las locaciones ubicadas en Plaza de la Castellana con calle 61-62, se van atiborrando de vida, los trabajadores de las discotecas organizan los espacios para que el pasaje del sol se convierta en un lugar atestado de jóvenes en busca de una buena farra. La hora de la rumba se acerca, los personajes de esta historia están por llegar, las locaciones están listas a lo que se supone ser el mejor sitio para la ocasión, aquel silencio del día estaba a punto de desaparecer entre aquella atmosfera estridente de los bares.
Son las 9:30 pm, estamos vestidas para la ocasión, cabellos cepillados, trajes cortos, zapatos tacones, maquillaje de noche y lo que no puede faltar un buen bolso, aquí estamos expectantes de lo que acontece a nuestro alrededor, de repente se acerca un joven ofreciéndonos las promociones de Loft 62 “por la compra de una doble te regalamos seis cervezas, Loft te espera adelante” solo sonreímos y dimos las gracias. En ese momento un grupo de jóvenes se reunieron en el centro del pasaje del sol quizá para fraguar el itinerario de la noche; Claustro, Loft, Life, Borabora, Pachamama, entre otras discotecas de aquel viernes crepuscular.
Nuestras miradas se dirigen a jóvenes esbeltas con cuerpos de reina , los hombres que aparentan ser hombres pero que a la vista salta una realidad flagrante, el niño que se cree adulto , los viejos verdes que van en busca de unan niña que con solo mencionarles que tienen carro, aceptan pasar una noche con ellos, las parejas que van de la mano y se besan frenéticamente de forma lasciva , sin advertir que pueden incomodar a los demás, el grupo de señoras que desean pasar una noche de copas en cualquier bar de la zona, el grupo de adolescentes que esa noche decidieron rumbear solas , sin hombres que paguen la cuenta para ver a los chicos lindos que están en la barra.
Los padres con sus hijas festejando sus cumpleaños, los vendedores que noche tras noche se desvelan para obtener el sustento diario , las parejas disparejas, aquel hombre que nada tiene de bonito con aquella mujer que se adueña de las miradas de todos , el borracho que llega a seguir la parranda , las niñas que van de la mano y no se puede diferenciar si son amigas o algo mas, el grupo de amigos brindando por los resultados de la empresa o porque por fin tienen un espacio para disfrutar las ganancias, el hombre que se sienta a tomar sin parar, los que rumbean y no dejan de chatear pos su Blacberry o hablar por él, y lo que no puede faltar las fotografías que van y vienen en ráfagas para subirlas en la paginas del Facebook, la pagina de moda del momento, para que los tantos amigos virtuales se den por enterado que estuvieron de rumba , par que observen las “ pintas” que llevaban ese día y finalmente agreguen cientos de comentarios en sus muros de Facebook.
Es como una pasarela , todas se envidian ya sea por el cuerpo , las cirugías , la ropa Studio f, el bolso Victoria Secret , el cabello, las extensiones, las siliconas, el carro en fin todas y todos quieren marcar el momento, por eso buscan llamar la atención, visibilidad, esa es la palabra que describe a los jóvenes de esta era contemporánea
Ese es el ambiente que se vive y respira entre los jóvenes que van en busca de una diversión efímera en el pasaje del sol.

Articulo
“la precipitación y la superficialidad son las enfermedades crónicas del siglo” Aleksandr Isayevich
Se define como superficial a toda aquella persona que da prioridad a su apariencia física o a la de los demás, el exterior de las cosas, que es indiferente ante la profundidad y el verdadero valor de los aspectos realmente importantes en la vida.
En el siglo XXI, nos enfrentamos ante una situación inexorable, las revistas, la televisión, las pasarelas, los concursos venden casi que a diario el prototipo de mujer y hombre perfecto, es por esta razón que los quirófanos hoy se encuentran repletos de personas que asisten con la intensión de eliminar defectos de su cuerpo que estorban, o agregar aquello que según ellos les hace falta.
La moda, la tecnología, la misma sociedad, de cierto modo se han convertido en una necesidad para los seres humanos, los valores, la humildad y lo esencial, han pasado a ser los expectantes de grandes espectáculos protagonizados por la superficialidad, han pasado definitivamente a un segundo plano.
Lo vano, lo efímero está de moda, muchos jóvenes han olvidado cultivar sus almas, han olvidado los placeres de una buena tertulia, por estar horas frente a un computador con internet, la lectura de un buen libro ha sido desplazada por irse de shopping, o por ir a tomar tragos con los amigos y posteriormente terminar en la cama de un desconocido (a), que conocieron en una noche de tragos y que les atrajo precisamente por la apariencia de un buen cuerpo. Todo el tiempo se sacrifica la profundidad, en aras de la lustrosa superficialidad.

La superficialidad comporta nuevas tendencias en las actuaciones humanas derivadas de nuevas políticas con derroteros fijados y marcados en un negocio netamente económico, donde grandes empresas, multinacionales, emporios, explotan un modelo de vida enfatizando el culto al yo, generando estos movimientos colectivos perdidas del eje o de los horizontes que realmente importan a las sociedades, por tanto, es muy palmario encontrar actitudes insulsas en sociedades desarrolladas, donde su población consumidora es la primera afectada de estas nuevas ideas que forjan un gran margen o división entre sus individuos acentuadas por la soledad y resguardándose en lo vano, lo vacio como medio de escape.
Son muchas caras las que presenta la superficialidad , pero en general socava lentamente la vida de los que adentran en ella, el resultado, personas vacías, huecas, inseguras, dueñas de identidades falsas y personalidades improvisadas.